¿Nunca te han asaltado por la espalda sorpresivamente con una manta? ¿Nadie te ha bajado el gorro para hacer del día la noche, alterando tus ritmos circadianos? Alguien que te acogiera gentilmente bajo el ala de su abrigo, para luego secuestrarte cerrando la cremallera. O al menos que te cogiera de la mano, tratando de encajar sus enguantados dedos con los tuyos, como las piezas de un puzle de lana.
Si fuera por mí, te invitaría a pasear por un largo camino de hierba escarchada, encadenados por los brazos con las manos en los bolsillos. Así continuaríamos hasta llegar a la cima de la colina, donde la estatua gigante de un guerrero íbero custodia la ciudad, imperturbable ante las inclemencias del tiempo y sus anhelos.
Una vez allí, y en contraste con la fría y dura roca como asiento, desenroscaría el tapón de mi termo para servirte una taza de cremoso chocolate caliente. Y justo cuando más te confiases… zas! te cortaría con mi reluciente navaja suiza un trozo de sabroso bizcocho casero, brindando una esponjosa almohada a tu paladar.
Ya con el estómago caliente, desenfundaría mi guitarra y desempolvaría mi viejo libro de poemas, dispuesto a disparar cálidos acordes y aterciopelados versos hacia tu corazón helado. Tratando así de reanimarlo y devolverlo a la vida, hasta adquirir el mismo tono rojizo que el cielo mientras se desvanece a la hora del crepúsculo. Y solo quizá entonces, fundiría a negro la escena en una transición desde el gris humo de las chimeneas al fondo (con su característico olor a leña), hasta la sombra de nuestras siluetas a contraluz unidas armoniosamente por la cabeza.
Finalmente llega la hora de regresar a casa, así que tocaría pasar la noche bajo una manta junto al fuego, escuchando viejos discos y viendo películas clásicas hasta que el sueño (o quizás el deseo) se apoderase de nosotros. Y mientras llovería fuera. Puede que incluso nevase…
Llegados a este punto, discúlpame tal vez la osadía, pero en verdad dudo de si realmente odias el invierno, o es que simplemente nadie te hizo amarlo.
Gracias querida M.D. por la inspiración.