miércoles, 24 de julio de 2019

"iPOVERTY APP"





(...) "La última tecnología al servicio de la reflexión, oiga."

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No salgo de mi asombro al comprobar cómo tanto jóvenes, como personas ya maduritas, que en el cómputo global de sus vidas a nivel económico obtienen resultados muy irregulares, alternando épocas de fugaz bonanza con largos períodos de escasez, son capaces de mirar a personas en situaciones preocupantes (desempleo, desahucio, mendicidad…) con pasividad, recelo y actitud altiva. Como si se sintiesen por encima de ellas, del bien y del mal, tratándose de algo que esos mismos ciudadanos se hubiesen buscado o que mereciesen de alguna manera. “Nosotros no tenemos nada que ver con esa pobre gente”.

Puedes vestir ropa “low cost” y pelearte por ella en batallas campales más épicas que la del “Trono de Hierro”; consumir alimentos de marca tan blanca que casi transparenta, y comida tan rápida que no distingues si estás comiendo lo que ya habías cagado; realizar viajes a “la Conchinchina” en condiciones paupérrimas, hacinado en coches compartidos o en aviones que funcionan casi a pedales y con el combustible justo para ahorrar en peso; someterte a “lobotomizantes” sesiones maratonianas de cine, series y videojuegos, que con suerte te hagan olvidar lo asquerosa que es tu rutina (y de camino ahorras en salidas que tampoco te puedes permitir demasiado). Eso que llamas vida y que te ves en la necesidad de compartir con una pareja para, sumando esfuerzos, tal vez llegar a fin de mes.

Y crees que a pesar de malvivir en esas condiciones, tan solo porque de vez en cuando te alcanzan los ingresos para comprarte algún "gadget" cuqui (que obviamente esperas amortizar con un “unboxing” en “Youtube”) o un “smartphone” surcoreano con el que sacarte unas fotos de playa en las que te ves tan “fashion” que crees que podrías desbancar a las “Kardashian” en “Instagram” y convertirte en “influencer”, estás completamente fuera de peligro. Tú no eres un “fracasado”, un “pobre”, un “pordiosero” de esos. Alguien que necesite ayuda de nadie o por lo menos unas mejores políticas por parte de los gobernantes a los que confiaste tu voto y que se ríen de ti a diario. Tú eres alguien “VIP” en tu mundo “Deluxe”.

Pues lo siento pero he de decirte así, sin paños calientes, que todos nosotros (incluido tú) tenemos algo de “fracasados”, puesto que somos miembros activos de una sociedad fracasada. Una despiadada, competitiva y consumista, que es capaz de desechar sin ningún tipo de remordimiento a cualquiera de sus miembros, desde el mismo momento en que lo consideran “obsoleto”, “impopular”, “poco rentable” o “productivo” (entendiendo la “productividad” tan solo como beneficio económico). “Tanto tienes, tanto vales” (qué bien nos han grabado este mensaje desde la más tierna infancia). Podemos ser o no ser víctimas directas de ese injusto sistema de selección humano (la vida da muchas vueltas), pero lo que está claro es que somos “cómplices” por participar en el juego de “la ruleta rusa”, contemplando expectantes el obsceno espectáculo de la muerte ajena, mientras rezamos porque nunca llegue nuestro turno ni nos salpique la sangre en los zapatos.

Y espero no cometas el error de pensar, que es necesario haber sufrido grandes dramas personales o haber caído en terribles tentaciones de la “mala vida”, para sentirse igualmente afectado por la injusticia social. Puedes ser de buena familia, tener una carrera y dos masters, saber idiomas, contar con experiencia… y aún así no encontrar un lugar digno para ti en el mundo porque de repente tu cara, tu imagen, tu actitud (o tu “flow”), tu edad, tu estado civil o Dios sabe qué más prejuicios arbitrarios, te convierten en un sujeto poco “comercial” o que no encaja con “el perfil” requerido, según los nuevos estándares torpemente importados del mercado laboral extranjero. Y sin más, dejas de existir. Ahora eres un producto invisible en el gran mercado del mundo.

Entonces será el momento en que algún orientador laboral, o un “coach” motivacional en plena fase maníaca, aparecerá para gritarte: “¡Reinvéntate! ¡Emprende y sé el dueño de tus sueños!”, que es lo mismo que si el presidente del gobierno de tu país te dijera a la cara: “Nos la sudas por completo. No cuentes con nosotros. Búscate la vida, sobrevive como bien puedas y no te quejes mucho. Si no trabajas es porque no quieres. El mundo es tu lienzo en blanco. Invéntate una vida y una ocupación con tus propios medios”. Ojo, que opino que la creatividad es un recurso maravilloso, pero siempre que sea por vocación, no por imposición. Ah, pero eso sí, no te olvides de estar al día con tus responsabilidades legales, que para eso el estado sí te requerirá implacable. Y si logras marcar un tanto por tu cuenta, nos lo anotamos contigo, que para eso somos un equipo. Yo soy español, español, español.

Aclaremos que nuestro país, como el mundo moderno en general y siendo un poco “maniqueos”, podría dividirse entre las personas que dedican su vida a evitar a toda costa ser alcanzadas por cualquier síntoma de pobreza, y aquellas que son capaces de sacrificar todos sus “recursos” en pos de intentar acabar con ella. Y cuando hablo de “recursos”, no me refiero a ir repartiendo dinero a diestro y siniestro sin ningún tipo de objetivo o estrategia, sino más bien a invertir tiempo y energía (aunque sí, a veces también dinero) en personas y proyectos que intentan prevenir o paliar las graves consecuencias que sufren las víctima del fracaso de la sociedad a la que pertenecen.

Afortunadamente, cada vez son más las personas que se dan cuenta de que son de verdad en un mundo “de mentira”. Y por ello, deciden valientemente asentarse en cajeros, bancos, plazas y calles, u organizarse en asociaciones y redes sociales, visibilizando su propia causa o solidarizándose con la de otros. Reivindicando algún mensaje o exponiendo una necesidad (“¿Nos ves? Existimos”), tratando de dejar de ser invisibles para sus compañeros de sociedad ciegos, quienes les evitan la mirada, fingen no escucharles y esquivan. Tal vez tan solo en busca de un poco de comprensión en base al sabio lema: “Hoy por mí, mañana por ti”. Porque en efecto, parecen saber mejor que tú mismo que de este drama (o comedia surrealista según se mire) nadie está a salvo, y puede que mañana seas tú el próximo protagonista. Y todos aportan y comparten lo que buenamente pueden.

Cuánto tiempo más vamos a negarnos a reconocerlo. A reconocernos a nosotros mismos. Probablemente hasta el día en que alguna “Startup” de “Silicon Valley” cree una App, reto viral incluido, denominada “iPoverty” la cual, mediante realidad aumentada, transforme en tiempo real la imagen de tu cámara “selfie” (la tuya misma) mostrándote el aspecto que tendrías con un salario (o ninguno) y una vida miserables, como la de gran parte de la población. La última tecnología al servicio de la reflexión, oiga. Y tal vez ni así. Aunque en realidad ni siquiera habríamos de esperar a que una mente brillante y emprendedora crease tan revolucionaria aplicación, porque ya contamos en casa con una pantalla panorámica, dedicada y puntera, que nos muestra la realidad en una altísima resolución y que además se actualiza constantemente de forma gratuita: UN ESPEJO.

Así que por todo ello, qué tal si a partir de ahora, en vez de esquivar o huir de todo aquel que pida ayuda, ya sea en la calle o cualquier otro contexto, probamos a hacer un esfuerzo por mirar y escuchar de verdad. Tal vez resulte que nos acaban contando una historia que tiene mucho más que ver con la nuestra de lo que pensábamos. Una en la que terminamos ayudándonos a nosotros mismos.



 Álvaro Liétor
 Psicólogo, Formador, Escritor y Músico.


  


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Imagen 1. Autor: Desconocido. Tomada prestada de fuente.

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