(...) Sigamos así y acabaremos viviendo como muertos, y más si tenemos en cuenta que muchos miembros de nuestra sociedad, por desgracia, ya son en muchos sentidos unos auténticos "cadáveres andantes".
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La verdad es que gracias a la constante labor de nuestra clase política y siempre con la inestimable colaboración de la casta empresarial de nuestro país, no resulta necesario descender ni un ápice, para disfrutar del olor a azufre y el buen clima veraniego que proporcionan las eufóricas llamas del infierno. “Paraíso terrenal” lo llaman algunos necios promotores amigos de Lucifer, que hasta lo ofrecen como reclamo turístico. Pero ahora bien, vamos a descender uno a uno algunos peldaños más hacia el inframundo patrio, por simple afán de aventura, o desventura según se mire.
Así bajamos este primer peldaño pasando por Barcelona, donde desde hace un tiempo se está comenzando a importar una, cuanto menos curiosa, moda japonesa (en España solo importamos lo mejor) como es la de los famosos “hostales cápsula”, un tipo de alojamientos que en lugar de habitaciones, nos ofrecen unos compartimentos similares a “cápsulas” a modo de "literas" pero de 2,5 metros cuadrados (mesita de noche y enchufe incluídos), que proporcionan un cierto grado de intimidad extra (¿podrá hacerse el 69?) gracias a una cortina. Alta tecnología oiga. Y se planea también su llegada a otras grandes ciudades españolas como Madrid por ejemplo.
El principal atractivo de este tipo de hospedajes es que resultan más económicos que una habitación tradicional, contando además con ofertas especiales para períodos largos, por lo que se están popularizando considerablemente entre viajeros de paso en la ciudad, bien por motivos de ocio o negocios, y también para aquellos que por problemas económicos o familiares, suponen una oportunidad de poder emanciparse con escasos recursos, habiendo incluso casos de familias enteras que recurren a ellos por necesidad. Y por supuesto también, gran parte de su éxito podría explicarse por la oportunidad que ofrecen de conocer y relacionarse con personas de todo el mundo, conformando una pintoresca comunidad cosmopolita e internacional que tan bien encaja con nuestra mentalidad de "españoles por el mundo". O directamente podría crearse un “reality show” a lo Gran Hermano. Ya está Vasile salivando como los perros de Paulov.
Pero el problema que yo percibo en este tipo de propuestas de negocio es que, aunque la idea pueda sonar un tanto bohemia y vanguardista para algunos, si lo analizamos fríamente, la cuestión puede alcanzar un cariz ciertamente repugnante, pues “modas” como éstas no solo ponen de manifiesto la dramática realidad subyacente de nuestro país con problemas económicos, de vivienda y condiciones laborales penosas, sino que además contribuyen a normalizar gradual y progresivamente unas condiciones vitales indignas y denigrantes para cualquier ser humano, pero que el pobre ciudadano de a pie acepta, ufano y agradecido, con tal de aliviar mínimamente la presión de su bolsillo. ¿A nadie le parece la palabra “cápsula” un eufemismo de “nicho”?. Sigamos así y acabaremos viviendo como muertos, y más si tenemos en cuenta que muchos miembros de nuestra sociedad por desgracia, ya son en muchos sentidos unos auténticos "cadáveres andantes".
Claro que usted querido lector, también puede pensar que se trata de un producto que viene a cubrir una demanda específica de un sector concreto, lo cual parecería de lo más respetable a priori, pero el quid de la cuestión en este asunto probablemente sea el hecho de que se puede realizar, como acabamos de ver, una doble lectura: una positiva y otra negativa.
Un servidor, precisamente por su deformación profesional, tendería naturalmente a decantarse por la visión optimista del asunto, pero por desgracia y basándome en la realidad social de nuestro país, no puedo evitar como ciudadano y hasta como habitante de este extraño lugar llamado mundo, desconfiar e indignarme por este tipo de propuestas, pues pensemos por un momento:
¿Cuántas modas se importan en nuestro país realmente motivadas por intenciones puras, honestas y pensando en el fin último de contribuir a mejorar la vida de las personas de manera justa? Correcto. ¿Y cuántas tendencias se copian en el mismo, impulsados por motivos meramente económicos y priorizando la rentabilidad de un negocio aún a costa de perjudicar, hasta con premeditación y alevosía, el bienestar del usuario medio? Nada más que añadir, señoras y señores del jurado.
¿Acaso no nos merecemos como cualquier persona sin más condicionantes, poder disfrutar de un alojamiento digno para el descanso y la comodidad (algo mejor que una ratonera) y a un precio razonable y ajustado al nivel adquisitivo (el real) de nuestro país? Tal vez eso es lo que deberían plantearse con cierta autocrítica muchas empresas de hospedaje e inmobiliarias que nos empujan a recurrir a este tipo de servicios por necesidad.
Pero nunca es tarde damas y caballeros si la dicha es buena, y recordemos que después de todo, los peldaños del infierno de la dignidad son de doble sentido, por lo que lo mismo que somos capaces arriesgarnos a bajarlos con cierta frecuencia, y de manera una tanto temeraria al aceptar según qué cosas en nombre del progreso, siempre nos queda la posibilidad de comenzar a subirlos y prevenir problemas futuros con un rotundo gesto de negación. De nosotros depende exigir unas condiciones de vida dignas en base a nuestra condición de seres humanos.
¿Y tú, estarías dispuesto a vivir dentro de una “cápsula”?
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Imagen 1. Autor: Álvaro. Tomada prestada de fuente.
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