"Venga, un último golpe de suerte
y podremos dejar esta perra vida..."
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Todos recordamos la legendaria historia de una banda de ladrones/bandidos/atracadores, que deciden jugarse su suerte a todo o nada apostando por un último gran golpe, gracias al que esperan poder retirarse a vivir como gente honrada y respetable el resto de sus vidas. Un ambicioso y arriesgado mano a mano con el destino, del que confían salir victoriosos.
En realidad resultaría difícil concretar el título de la misma, el nombre de sus protagonistas o en general determinar su origen, pues se trata de una trama, mezcla de realidad y ficción, que ha quedado grabada en la memoria colectiva a base de ser reproducida en infinidad de adaptaciones literarias y cinematográficas, siendo explotada hasta el punto de resultar casi “parodiable”.
El caso es que siempre he pensado un poco en el gran conjunto de españoles, como en los miembros de dicha banda. Siempre soñando con ese último gran golpe, dispuestos a arriesgarlo todo e incluso llegando a mancharse de sangre y barro (o algo más escatológico) las manos, con tal de que ello les permita retirarse de su oficio (más o menos noble según su anterior suerte) para simplemente disfrutar del resto de sus días como suponen que hacen los ricos: sin grandes preocupaciones (los ricos no lloran) y con todo lujo de comodidades. VIVIR LA VIDA.
Algunas veces “el golpe” en cuestión, puede estar relacionado con ganar un buen bote de lotería; o tal vez con convertirse en “famoso” gracias a alguna ingeniosa ocurrencia viral; o siendo seleccionado en algún casting, por un jurado de “expertos” que demostrarán que lo son si me cogen a mí (porque yo lo valgo). Pero otras veces puede presentarse de formas más sutiles y ordinarias, disfrazado por ejemplo de una plaza de funcionario y un buen sueldo para toda la vida (¿Nescafé? El gobierno de España sí que sabe lo que te gusta una buena y sólida… PLAZA).
Básicamente todo se resume en “trabajar” como nunca (bien en términos de esfuerzo o bien de creatividad) durante un período relativamente corto de tiempo, hasta alcanzar una meta final donde plantarse a descansar perpetuamente entre honor y gloria. El merecido descanso del guerrero en nuestra propia y objetiva opinión ibérica. Y de aquí no me moverán, como al barco de “Chanquete”.
Pero la parte de nuestra historia de pícaros bandidos que siempre se nos olvida, es esa en la que casi todos los protagonistas acaban siendo capturados o muriendo trágicamente en el intento, víctimas de torpezas fruto de un optimismo ilusorio, o tal vez del cansancio acumulado de anteriores aventuras. Aunque a la hora de la verdad, puede que los españoles no perezcamos de manera trágica en acción, sino más bien “estáticos”, de puro aburrimiento, hastío y desesperanza, tras toda una vida esperando aquello que creemos merecer pero nunca llega.
Siempre esperando el Gordo de Navidad, el Niño o la Primitiva, que a alguien le tiene que tocar, y mira que si es a mi vecino y yo no llevo; más plazas de oposiciones, que este año la plaza es mía y verás qué envidia cuando salude a mis antiguos compañeros; las próximas elecciones, que con los nuestros seguro no nos faltará por fin el trabajo fijo y nos subirán el sueldo y las pensiones; que la niña nos salga artista, el niño futbolista y con un poco de suerte nos retiran; que se venda por fin el piso de la herencia, o lo alquilamos con cuatro muebles del "Ikea" como apartamento vacacional y nos dedicamos a vivir de las rentas; que nos vaya tan bien el negocio, que nos lo acabe comprando una multinacional extranjera por bastantes millones; mudarnos a tal país o cual ciudad, que allí seguro que triunfamos y no como aquí que solo hay gentuza y mediocres y no se valora el talento; etc.
Y así, aguardando nuestro golpe de suerte o la que consideramos la última gran oportunidad de nuestras vidas, nos olvidamos de que como dijo el gran John Lennon: “La vida es eso que sucede mientras tú te encargas de hacer otros planes”.
Y no podemos obviar que, ante la necesidad y puestos a elegir, históricamente los españoles solemos ser menos de “Robin Hood”, generoso y noble príncipe de los ladrones (al que tacharíamos de radical “comunista” investigando sus posibles conexiones con Cuba o Venezuela), y más del “Dioni”, egoísta y cutre segurata de los furgones (al que todos guardan especial cariño convertido en personaje de culto o antihéroe). Con un par.
Porque a menudo vivimos rodeados de especímenes que nacieron y crecieron preocupándose tan solo de sí mismos (bien por necesidad o bien por egoísmo). Siempre maquinando pícaros, nuevas formas de “dar el pelotazo” legalmente (o bordeando la ilegalidad) con el fin de quedar por encima de los demás en esta sociedad ultracompetitiva del “sálvese quién pueda” (y del “Sálvame Diario”). De ellos no cabe esperar ningún acto de generosidad por el beneficio común, tan solo por el interés propio.
Tal vez sea por ello, que somos a diario testigos de personas a nuestro alrededor que, al igual que nosotros mismos, sufren de necesidades básicas, no ya económicas, sino simplemente de atención, ayuda y afecto, que quedan insatisfechas por falta de una mano amiga que, cómo no, anda ocupada entrenando sin descanso para cuando llegue el día (si lo hace alguna vez), en que se presente la oportunidad de asestar un “último gran golpe” que le otorgue una victoria de campeonato.
Así que amig@ mí@, lamento infomarte de que si no has nacido con mano larga, puño afilado o un buen pan debajo del brazo, tus circunstancias y las de los que te rodean seguirán dependiendo (al menos en su mayor parte) de tu empeño en seguir enfrentándote a diario mano a mano con la vida. Ánimo, no estás solo. Y procura que los necios no te dejen “K.O.”.
Psicólogo, Formador, Escritor y Músico.
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Imagen 1. Autor: Arthur Sarnoff. Tomada prestada de fuente.
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